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jueves, 26 de junio de 2014

Vaciándonos. Por Jocelyne Ramniceanu

Recuerdo a mi abuela cuando aún era una niña como esmeradamente me enseñaba a guardar minuciosamente los objetos, las tazas de té para ocasiones especiales, la vajilla de lujo, los candelabros y pequeñas joyas que jamás utilizó.

El dinero lo envolvía en un pañuelo y lo escondía, y con mucha paciencia me explicaba que tenía que ahorrar para el futuro, quien sabe, tal vez una enfermedad, lo iba a necesitar. Pero también guardaba objetos que nunca usaba, reliquias que logró rescatar de la inclemencia de los años, de su mamá, abuela y recuerdos familiares. Todas estas cosas llenaban sus armarios. Era imposible aventurarse en ellos. Era como prepararse para ir a una expedición tratar de buscar algo en su closet, además, ella celosamente
cuidaba que nadie hurgara en sus pertenencias. Al fallecer, nos dimos cuenta que casi todo había desaparecido en manos de las sirvientas que la cuidaron en sus últimos años ya que ella enfermó, como lo había previsto y tuvo que ser cuidada por mujeres contratadas para que se hicieran cargo de ella porque su enfermedad, (Arterioesclerosis ) la dejo postrada, pero además sin memoria.

Mi madre al igual que la suya, también guardaba objetos celosamente, y en algo más se asemejaban y era en su preocupación por las enfermedades. De niña una manera que ella encontraba fácil para expresar su amor era cuidándome a mí y a mi hermano para que no nos resfriáramos. Hasta el día de hoy su afecto lo demuestra a través de la preocupación a que su descendencia se encuentre libre de contaminación y bacterias. Lamentablemente ella también sufre un sinfín de enfermedades y es una fiel seguidora de los medicamentos y los doctores.

El habito de juntar objetos inútiles hasta no hace mucho tiempo era parte de mi vida y de mi sistema de creencias, siempre esperando por un futuro que nunca llegaba. Guardé bandejas y vajillas que obtuve como regalo de bodas hace ya 30 años e hice un closet especial para ellas cuando tal vez las usé 2 o 3 veces a lo sumo, en su larga existencia. También tenía depositada ropa guardada para cuando adelgace o para cuando engorde, o para quien sabe que…. He encontrado que los closets para mí no hacen otra cosa distinta que lo que hace mi subconsciente, allí deposito todo, todo lo que creo que algún día será útil, incluso aparatos que no funcionan por si algún día se me antoja repararlos, cuadernos y libros que jamás leeré, y me olvido de ellos como me olvido del pasado pero al abrir sus puertas, allí está el baúl de los recuerdos del que difícilmente he estado permitiéndome desapegarme.

Lo mismo ocurre con el dinero, juntarlo para un futuro no ha servido de nada, porque ese futuro no era claro, era mi manera de sentirme protegida como mi abuela me decía pero lo necesitaba a cada instante, surgían nuevas deudas, imprevistos, una nueva obligación, un nuevo antojo, un gasto inesperado. No había manera de acumular sin un objetivo preciso. Carencia de una meta o una razón de fuerza mayor para reunir. El dinero como tal es para que circule, no es para tenerlo guardado. Es como el agua que necesita libertad, si no tiene por donde salir, se desborda, revienta la represa y sigue su camino. Es como la arena que está allí en abundancia, te puedes llenar de ella pero no la puedes aprisionar con el puño cerrado.

El dinero se escurre, y no es la idea retenerlo sino confiar en que llegara más, de manera abundante y suficiente. Eso de juntar dinero y objetos para algún día, quien sabe cuándo es una creencia limitante. Juntar dinero para no gastarlo por el temor a que en el futuro no alcanzará o lo necesitaras viene de las creencias de escasez, de no confiar en el fluir de la vida, de controlar lo incontrolable, del temor.
Sal de la ropa, los zapatos viejos guardados, los muebles que ya no usas, o los utensilios y todas esas cosas que sueles guardar en vano y que sabes que estarías más ligero sin ellos.

¿Que mas guardas? Además de enseres, objetos, libros etc. ¿Qué guardas dentro de ti que no quieres soltar? ¿Que creencias, pensamientos, opiniones y juicios están aún dentro de ti? ¿Qué tristezas, rencores, resentimientos, culpas, y recuerdos que no has querido dejar ir? ¿Tienes el hábito de guardar todo esto dentro de ti?¿Guardas el recuerdo de un viejo amor?

No lo hagas, no estás permitiendo que lo nuevo y bueno llegue a tu vida. Debes vaciar la copa para que esta sea llenada otra vez. Tienes que vaciarte completamente de lo viejo e inservible para que te llegue la prosperidad, las alegrías, el amor y la serenidad. Es necesario que dejes un vacío para ser llenado de nuevo, de lo contrario nada puede entrar. Somos un recipiente de experiencias que se repiten si no nos vaciamos.

Deshazte de todo aquello que no te sirve para que la prosperidad llegue a ti. Ese vacío es quién creará la fuerza necesaria para atraer nuevas cosas, y experiencias hacia ti. El vacío invariablemente es llenado una y otra vez por lo nuevo y diferente mientras continúes desapegado a lo previo y existente.
Mientras te aferres a lo viejo e inútil no hay manera de tener nuevas y diferentes oportunidades.

La vida es un cambio constante y nosotros fuimos entrenados para retener, ya sea información, dinero, resentimientos, objetos etc. Para comenzar a liberarnos y vaciarnos podemos comenzar por abrir nuestros closets y cajones y deshacernos de todo lo que no nos sirve, incluso muebles y aparatos. Si tienes más de dos años sin usar algo, es porque no lo necesitas, y es el momento de dejar que circule, regálalo, deja que pase a otras manos que tal vez le darán uso. Desapégate de esos objetos y confía que lo nuevo viene a ti. Veras que te sientes mucho más ligero. Si no lo quieres regalar, los puedes vender pero has que cambie de manos, libérate de las viejas energías y los recuerdos asociados. Los bienes necesitan circular, si no sueltas el pasado, tus manos estarán ocupadas cuando llegue el futuro.
Vive como el agua, observa como la naturaleza actúa, y se flexible como ella, fluye, no te estanques porque el agua estancada se pudre, lo mismo sucede con nosotros, nos marchitamos si no estamos abiertos al constante cambio. La repetición de lo viejo nos mantiene tristes, deprimidos y enfermos.
Si sigues guardando serás esclavo de tus recuerdos y objetos materiales, tu vida estará encadenada.
Guardar es un mensaje claro y nítido al universo, “No confió en mi poder de crear”, “Tengo miedo”, “La vida es incierta” “Le temo al futuro”- Con estos mensajes estas decretando carencias en tu vida y a tu subconsciente le estas enviando un mensaje claro, y es que no confías en el mañana y que no eres merecedor de lo nuevo y bueno para ti, y así refuerzas tus creencias guardando aquello que es inútil para ti.

Deshazte de todo lo que ya no te sirve y no necesitas .Deja que lo nuevo llegue a tu hogar, a tu vida, una nueva relación, un nuevo carro, un nuevo trabajo, nuevas sorpresas…. Date una nueva oportunidad. Para esto necesitas vaciarte de nuevo, soltar los viejos hábitos, las viejas formas de pensar. Deja que todo fluya.

Las personas viejas se encorvan no tanto por la gravedad como por el peso de sus cargas, de sus memorias.
Tendremos un nuevo sistema operativo basado en el amor solo cuando logremos deshacernos del viejo sistema de creencias basado en el temor, en la preocupación, en el miedo, en la pérdida y en la escasez. No necesitamos retener cuando confiamos en el flujo natural de la vida. Haz como el río que aunque encuentre una piedra en su camino, sigue invariablemente fluyendo. Suelta los apegos, el agua se purifica fluyendo y tú y yo también.

Te amo

Jocelyne Ramniceanu

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