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domingo, 30 de agosto de 2015

En busca del bienestar. Por Isha


Nos vemos en la búsqueda constante del bienestar, pero siempre lo enfocamos a través de una lucha  contra el malestar.  Por un lado, nos desconectamos de lo que realmente sentimos y muchas veces hacemos exactamente lo opuesto a lo que queremos hacer.  De este modo nos  abandonamos a nosotros mismos, nos ignoramos. Y en lugar de ser la acción de lo que estamos sintiendo, somos exactamente lo opuesto: una contradicción.
Muchas veces me preguntan si las
 enfermedades son producto del estrés, y yo no tengo una respuesta absoluta al respecto. Pero si sé que cuando uno hace lo que no quiere hacer se siente mal, y esa es una puerta a la enfermedad. Es claro que si hay alguna dolencia física hay que ver a un especialista,  pero no tengo ninguna duda de que el cuerpo humano tiene la capacidad de sanarse a sí mismo, de encontrar altísimos parámetros de armonía, siempre  y cuando esté funcionando correctamente, siempre y cuando no esté lleno de estrés. Es como el motor de un auto  al que, si no le cambias el aceite o el lubricante, finalmente termina muy sucio, y no funciona bien. Lo mismo sucede con nuestros cuerpos.


El cuerpo es algo increíble, tiene una capacidad maravillosa de tolerar extremos, maltratos y abusos muy severos. Es impresionante lo que le hacemos a nuestros cuerpos. Pero todo esto lo podemos sanar, transformando esas huellas en amor. Podemos encontrar la armonía a pesar del caos experimentado en el pasado, podemos vivir en armonía ahora, y en consecuencia, el estrés se irá y dejará una experiencia sin par. Imagina experimentarte sin esas emociones estancadas, primero que nada estando muy presente en tu cuerpo, ya que generalmente estamos tan desconectados justamente porque no queremos sentir. Pero en algún momento tenemos que sentir, en algún momento  surge la necesidad de cambiar, dejar de abusar de nosotros mismos y empezar a amarnos.
Muchas personas han experimentado la enfermedad como un regalo, porque ahí pueden parar, y ver, y decidir dónde debe estar su foco.  Por ejemplo, “Ah!!! Estaba en la cima de la montaña y no me daba cuenta de todo lo que estaba sucediendo, ignoré todo lo que sucedía a mi alrededor y ahora mi corazón se está quejando” o cosas así, ¿se entiende?  Esto lo he escuchado de muchas personas, y cuando llegan a este punto, hacen un cambio y todo lo que estaba sucediendo, cambia también.
Está todo unido, no hay nada que esté separado: lo espiritual, lo físico, lo material, todo está unido, todo es una unidad, pero comienza por cada uno. Cada uno sana esa unidad, refleja esa unidad, y esa unidad refleja a otra unidad, y en última instancia el mundo entero estará reflejando esa conciencia, ese amor, esa vibración de unidad. Ese es el objetivo. Entonces, cuando uno comienza a ser más consciente, más allá de lo que uno haya sido o hecho, más allá del género, la profesión, la edad, la raza, el lugar, más allá de todas las diferencias superficiales y externas, toda persona, todo ser humano, comienza a ocuparse y a atenderse más a sí mismo, y se vuelve más sensible, más receptivo. Es inevitable.
Y aquí nos encontramos con algo muy bello, pues cuando una persona está estresada, es descuidada. Puede que atienda lo que tiene que atender, pero está desconectada, no está disponible, especialmente no lo está a nivel afectivo y sensible.  Por lo tanto la comunicación con sus hijos, con su pareja, con sus familiares y compañeros de labor, carecerán de la riqueza de la presencia afectiva, porque la persona está  demasiado afectada por lo que lo aqueja. Pero si elimina su estrés y se vuelve más consciente, ocupándose atento de sí, liberando lo que lo aqueja y pudiendo ser más libre y claro afectivamente, la relación consigo mismo y con su entorno inmediato y hasta mediato, será increíblemente mejor.
Lo más importante es lo que uno es y está siendo en cada momento. ¿De dónde aprenden los niños? De nosotros: cómo hablamos, cómo sentimos, cómo actuamos,  especialmente a nivel sensitivo y perceptual.  Entonces, si uno va a proyectar en ellos los  miedos: “No, no hagas eso, no, no vayas ahí, no, algo terrible va a suceder ahí, no, no hagas esto otro… no puedes hacer eso, no puedes hacer deportes, yo siempre he estado enferma, no somos buenos deportistas en la familia.. ¿Hacer música? No, no, nunca vas a ganarte la vida como músico, nadie hace dinero con la música, hay que ser abogado, tu papá es  abogado, eso sí está bien”
Entonces ¿qué hacemos con esto? Tenemos todas estas buenas intenciones, pero ¿qué pasa cuando, en lo profundo, éstas  vienen del miedo? Esto sucede porque uno se  percibe a sí mismo como limitado, entonces, como consecuencia, percibe también a los demás como limitados. Pero si yo encuentro mi verdadera esencia, mi verdadero amor, mi plenitud verdadera, si encuentro el amor-conciencia.. ¿qué le voy a decir a los otros?: “Puedes decidir lo que quieres hacer, yo te tengo la suficiente confianza como para saber que puedes tomar responsabilidad,  yo conozco el valor del amor, conozco mi grandeza, y ahora tú podrás conocer tu propia grandeza”.
En mi experiencia, primero hay que sanarse a uno mismo,  eso es lo más importante, y después, entonces,  vas a dar todo el amor.. y  soltarás las expectativas personales. No hay nada que puedas hacer mal, solo serán experiencias basadas en la decisión de ese momento, experiencias que te hacen crecer y evolucionar y que te permiten ir más allá de las limitaciones, y por lo tanto, ése es el ejemplo que darás.  Es un ejemplo de confianza, de certeza, de altos valores humanos que, en sí mismos, son bienestar puro,  abundancia pura, la mayor riqueza que puedes encontrar y distribuir.
Isha.

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